Reflexiones de Actualidad Política Por Julio A. Altagracia
El Horizonte, Distrito Nacional RD.- En ocasión de la justa celebración de la promulgación de la nueva Constitución Política de la República Dominicana, el 27 de octubre de 2024, cuyas modificaciones implican un antes y un después en la historia constitucional de nuestro país, marcando un legado sin precedentes del Presidente Luis Abinader, es oportuno sugerir a los partidos políticos y otras organizaciones sociales abocarse, internamente, a la apertura de un proceso democrático mediante el cual se establezca estatuariamente la alternabilidad obligatoria en las direcciones nacionales, de modo que sus dirigentes principales no puedan durar más de dos períodos consecutivos en las posiciones e impedir que intenten perpetuarse como dueños y señores de las organizaciones.
Esto es así porque la alternabilidad es fundamental para el funcionamiento de la democracia,
no solo en la presidencia de la República Dominicana, sino, y de manera principal, en las
organizaciones del sistema político de la nación. En definitiva, ese es el mensaje enviado por el
Presidente Abinader, predicando con el ejemplo al ponerle término al continuismo presidencial
adoptado por él en momentos que contaba con todas las condiciones para promover y aprobar, en provecho personal todo lo contrario.
Al hacer la sugerencia precedente, es justo destacar que el Partido Dominicanos por el Cambio,
bajo el liderazgo del Ing. Eduardo Estrella, consigna en el párrafo III del artículo 23 de sus
estatutos, de fecha 5 de marzo de 2023, que “el presidente nacional, el Primer vicepresidente, el secretario general y el secretario de organización solo podrán ser electos y ejercer la misma
posición por dos períodos consecutivos, no pudiendo aspirar para un tercer período a la misma
posición de carácter nacional”. Nos referimos al Partido Dominicanos por el Cambio por la trascendencia y notoriedad que implica esa conducta ejemplar en la necesaria transformación que debemos adoptar en el proceso de adecentar, reorientar y revolucionar el quehacer político de nuestro país, para fortalecer nuestra democracia y consolidar regímenes estables, en paz, orden y desarrollo institucional.
De acuerdo con los criterios precedentes, cabe destacar además que el Ing. Eduardo Estrella,
según su hoja de servicios públicos, no solo se presenta como un dirigente político y funcionario público honesto, transparente, eficiente, desprendido y humilde, sino como un demócrata de capa y espada, quien en esa virtud practica y exhibe sus cualidades dentro de su propio partido, en el cual es un dirigente ordinario, sin ejercer la presidencia nacional, lo que no merma en modo alguno su indiscutible liderazgo.
La diferencia y trascendencia de esta conducta, en el accionar del Partido Dominicanos por el
Cambio, se puede medir al observar que en nuestro país tenemos unos 34 o 35 partidos
políticos reconocidos por la Junta Central Electoral, y solo uno, dominicanos por el Cambio y su líder Eduardo Estrella, permiten estatutariamente esos niveles de libertades, con los cuales
incentivan el surgimiento y crecimiento de nuevos líderes que se desarrollan con notable
admiración, consolidando al partido institucionalmente y fortaleciendo la democracia
dominicana.
Observando el papel y desprendimiento total del presidente Luis Abinader, quien, siendo el principal líder político del PRM y del país, no es, ni ha sido presidente de su partido,
consideramos que su accionar en la propuesta y proclamación de la nueva Constitución
constituye una clara invitación al liderazgo político nacional a crear mecanismos en sus respectivas organizaciones para fortalecer la democracia, evitando que una sola persona se convierta en presidente vitalicio e impedir el surgimiento y desarrollo de nuevos líderes.
En los conceptos expuestos más arriba nos basamos para sostener con satisfacción que el
Partido Dominicanos por el Cambio, representa un ejemplo de democracia interna, muy por
encima de lo que prevé la Ley de Partidos y Agrupaciones Políticas de la República Dominicana, y como precursor, en ese orden, de una de las partes tocadas en la nueva Constitución, en sus
propósitos de fortalecer y consolidar la institucionalidad y democracia de nuestra nación.
Dr. Julio Ant. Altagracia Guzmán