Reflexiones de Actualidad Política
Por Julio A. Altagracia
El Horizonte, Distrito Nacional RD.- Para hablar de la propuesta de Reforma Fiscal, carecería de seriedad, si previamente, no se hace referencia y se reconoce la valentía, la responsabilidad y el patriotismo del presidente Luis Abinader, cuyas únicas razones lo han llevado a asumir una riesgosa pero necesaria acción con la que no gana absolutamente nada en lo personal, pero representa una grave amenaza a su credibilidad y liderazgo, muy bien ganados.
Nunca, como en esta ocasión, una propuesta para modernizar e incrementar el monto del cobro de los impuestos mediante una Ley de Reforma Fiscal, había concentrado tanta cantidad y niveles de debates públicos, como la actual.
Estamos contemplando una inmensidad de preocupaciones y temores de todos, tales como:
aprobaciones con justificaciones, descalificaciones, sugerencias y propuestas de todo tipo,
algunas de ellas tan disparatadas como estúpidas. Críticas por montones, con bases y sin ellas,
muchas con motivaciones politiqueras y oportunistas; reclamos de muchos, satisfacciones de
nadie. Todo lo anterior constituye la expresión viva del alto grado de conciencia cívica que han
asumido todos los sectores de la vida nacional, en temas, que como este, involucran el interés
común del país frente a los intereses particulares de cada quien.
Todos los sectores de la sociedad dominicana están conscientes y de acuerdo en que la
administración del Estado, requiere con urgencia más ingresos económicos para poder
responder a los compromisos y necesidades del gobierno. La diferencia está en cómo buscarlos y quién debe aportarlos, y en ese orden los criterios son variados, dependiendo en gran medida
de la afectación de cada quién, lo que nos lleva a celebrar y valorar positivamente la acción del
Presidente Abinader de someter su propuesta al escrutinio y consideración de todos los sectores interesados y del pueblo dominicano, con el interés de lograr el mayor consenso
posible, en equidad y compromisos, como parte de la democracia plena que vive la República
Dominicana.
Estamos seguros de que, en esta ocasión, como en otras, se impondrá el interés del país, y que
la Reforma Fiscal será consensuada y aprobada, limitando lo más posible los efectos negativos
para los más vulnerables, y dará sus resultados. Pero, en ese orden, hemos visto que, a partir de ahora todos los sectores de la sociedad dominicana, y el pueblo llano también, serán mucho más exigentes, fiscalizando los gastos y acciones del gobierno. En ese sentido, llegarán hasta la intolerancia, azuzados, naturalmente, por una oposición que asumirá esta situación como su bandera electoral, tratando de dañar al gobierno y al partido, de cara a las elecciones del 2028.
No debemos perder de vista que el pueblo siente que el gobierno, con esta reforma, se
propone sacarle su dinero del bolsillo para malgastarlo, y no va a tolerar pasivamente que su
dinero sea despilfarrado o mal usado por funcionarios irresponsables, ineptos, arrogantes y
vanidosos. El pueblo va a exigir, en las calles si fuera necesario, austeridad visible, eficiencia e
integridad en el uso de su dinero, acorde con las prédicas y acciones del presidente Abinader
desde el primer día que llegó al Palacio Nacional.
Con la presentación de la propuesta de Modernización Fiscal, la reacción ha sido tan fuerte que
todos los dominicanos, sin excepción, nos hemos graduado summa cum laude de economistas y expertos en políticas impositivas, en defensa de nuestros bolsillos. El tener que darlo de manera obligada nos llevará a convertirnos en vigilantes críticos de las acciones y gastos en que
incurran los funcionarios estatales, y se pasarán facturas en ese sentido. Habrá, sin duda, un antes y un después en la fiscalización estatal.
En línea con lo expresado más arriba, el gobierno quedará obligado, a partir de ahora, a
modernizar y hacer más eficiente el cobro de los impuestos, para reducir drásticamente la
evasión fiscal, misma que solo beneficia a los que no pagan, al igual que la energía eléctrica, en
desmedro de los que sí pagan. El gobierno quedará obligado a rendir cuentas con una rigurosa
fiscalización del manejo de los recursos del Estado, institución por institución. Quedará obligado a desarrollar y exhibir una conducta pulcra, eficiente, honesta y humilde de todos sus
funcionarios, ante los ojos del pueblo, que se sacrifica para contribuir con sus ingresos al
progreso, al orden y al bien común de todos los dominicanos. El gobierno quedará obligado a
ser generoso, aportando de manera visible y sensible, sacrificios, honestidad, transparencia y
humildad de todos sus funcionarios, evitando gastos superfluos, abusivos e irritantes.
Mientras tanto, sigamos trabajando con los mecanismos que nos aporta la democracia en la
búsqueda del mayor consenso para aprobar lo que más se ajuste a las necesidades de la gente y del país, confiados en que, para el bien de la nación, el presidente Luis Abinader, como en otras ocasiones difíciles, sabrá sortear este trance y lograr las mejores soluciones con el apoyo de todos los poderes fácticos y del pueblo dominicano, conscientes de que la propuesta de
Reforma Fiscal, en esta ocasión, nos está dejando importantes compromisos y lecciones para
todos.