
Por Redacción
El Horizonte, Santo Domingo RD.- En el diferendo actual entre Haití y República Dominicana, la oposición está apostando al fracaso de Luis Abinader, que es lo mismo que al fracaso de la República Dominicana. Es doloroso observar los extremos a que hemos llegado, en el quehacer político de algunos dominicanos, encabezados por una parte importante del liderazgo político de la oposición al gobierno, que en su visible desesperada ambición por volver al poder, han preferido favorecer la posición de Haití contra la República Dominicana, con tal de hacerle daño al Presidente Luis Abinader y al gobierno, tratando de ganar capital político, sin tomar en cuenta los inconvenientes que esto le puede ocasionar a nuestro país.
Resulta altamente preocupante para la supervivencia de la institucionalidad democrática y la soberanía de nuestra nación, la inentendible obsesión y enfermiza
apetencia de regresar a la dirección de la administración del Estado, del grupo que fue
desplazado por el pueblo hace tres años y que desde entonces hace todo y de todo, sin
importar miramientos para volver, acciones estas que deben ser tomadas muy en
cuenta por la Sociedad Dominicana.
Por razones históricas y muy conocidas por todos, ha sido invariable, durante todos los tiempos, una unidad monolítica del pueblo dominicano, en circunstancias como las competencias internacionales de carácter artística, deportivas o cuando ha estado en juego la soberanía de nuestro país, como es el caso de ahora, sin embargo, en esta
ocasión, para el liderazgo de la oposición ha pesado más la ambición de volver al poder que su amor a la patria. Aunque esto parezca un contrasentido, es la pura realidad que estamos observando y viviendo.
Los problemas con Haití y nosotros existen desde antes del nacimiento de la República y existirán para siempre. Existen y existirán porque entre ellos y nosotros hay profundas diferencias que impiden el entendimiento, tales como cultura, educación religión, economía, lenguas, política, etc. Existe falta de identidad entre ellos y nosotros y hasta entre ellos mismos.
Existen rechazos, resentimientos históricos e incompatibilidad, pero con la obligación de convivir dentro de un mismo territorio separado por una frágil frontera. Esa es la tremenda realidad.
Lo anterior constituye un problema sumamente serio y difícil, que nos obliga a ser muy prudentes y cuidadosos en su manejo, ya que el mismo tiene vocación y tendencia a complicarse en cualquier momento y crearnos serias dificultades de carácter locales e internacionales, por lo que entendemos perfectamente y apoyamos sin reservas la forma en que el Presidente Luis Abinader, ha estado manejando está crisis, en la que ha habido sabiduría, moderación y prudencia, sin que le haya faltado carácter y valentía en sus actuaciones, consciente de que debe cuidar implicaciones internacionales.
Es momento de unidad nacional y guardar por el momento los oportunismos y las
ambiciones personales de alguna de nuestra gente.
En nuestro partido, el PVUD, rechazamos con toda responsabilidad las acciones del
parte del liderazgo de la oposición, que en momentos difíciles para la nación como
estos, sé están dedicando a buscar culpabilidad en el lado de la República, justificando, erróneamente, la parte de Haití, con el único propósito de hacerle daño políticamente al Presidente de la República y al partido de gobierno, lo cual no es justo, no es noble, ni patriótico y los hace lucir muy mal, nacional e internacionalmente. Queremos ser reiterativos en que estos son momentos de unidad e identidad nacional.
La soberanía y la institucionalidad de la nación así lo demandan. Cualquier otra cosa
opera en contra de quienes la sustentan, eso debe estar claro. Nuestro patriotismo debe estar siempre por encima de cualquier otro interés. La patria es permanente, los
intereses políticos pasajeros. Nada ni nadie debe apartarnos de las enseñas del libertador de nuestra nación Juan Pablo Duarte. Defendamos nuestra nacionalidad con responsabilidad, honestidad, trasparencia y patriotismo, jamás olvidemos eso.