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Salud

El calvario que afrontan médicos residentes en hospitales públicos

El primer y segundo años de la residencia médica en los hospitales de la República Dominicana tiene un nombre muy singular “El año del Perro”.

Y es que según los mismos doctores en medicina que se especializan en las diversas áreas de la salud, son tratados como tales por los colegas de años más avanzados, y esto implica cumplir horarios que van de 24 a 72 horas sin descanso, incluyendo preparar los temas y tareas que tienen asignados para sus exposiciones en clase.

Su desahogo son los baños, donde se trancan a llorar a cualquier hora, pero solo les queda “cargar pila”, lavarse la cara y volver al trabajo, con una sonrisa pintada en sus rostros para atender decenas de pacientes que van en busca de salud donde ellos.

El presidente del Colegio Médico Dominicano, Wilson Roa, dijo que es imperativo que cambie esa forma en que los médicos dominicanos son formados y tratados en los centros de salud donde se especializan. Comentó que si un médico residente está en el quirófano a la hora de la cena, no le guardan la suya, pero si a las horas que le pusieron para descansar se presenta cualquier eventualidad en el hospital, tiene que seguir corrido, sin importar el tiempo que lleve sin dormir ni descansar.

“Aquí el residente que entra hoy a las 7:00 de la mañana, sale mañana después de las 4:00 de la tarde, para entonces volver al otro día a hacer una exposición de un tema que le han puesto, después de todas esas horas corridas de trabajo, muchas veces sin dormir las cuatro horas que teóricamente le deberían tocar. Eso es si no tiene una sanción, porque entonces son más horas de trabajo intenso”, agregó.

No embarazos

Las doctoras residentes alegan que no pueden salir embarazadas en esos cuatro años de estudios de su especialidad, y la que viola esa disposición sabe que cuando de a luz, desde que pueda pararse y caminar, tiene que volver a sus actividades cotidianas con la misma entrega, tal y como le ocurrió a la doctora MC (solo sus iniciales), pues a los 20 días del parto tuvo que integrarse al intenso de trabajo de siempre, y todavía la herida de la cesárea sangraba.

Ella tuvo que pasar los nueve meses de gestación trabajando con el mismo horario, soportando los castigos, boches, largas horas de pie, noches enteras sin dormir, tal y como lo hacía cuando no tenía un bebé en su vientre, aunque esperaba que le pusieran un horario especial por su estado.

Su ginecóloga le dio el tiempo que establece el Código de Trabajo por la licencia postparto, pero en la residencia médica del hospital Juan Pablo Pina, de San Cristóbal, el encargado se la redujo a 21 días.

“Cuando volví a trabajar la herida aún me sangraba y seguí con mi rutina como si no había pasado por ese proceso quirúrgico. Fueron muchas las lágrimas que yo derramé por eso y por todo lo que uno pasa por quererse superar”, agregó.

Sobre ese particular Roa expresó: “El médico ayudante le dice a los médicos residentesÖ aquí no hay espacio para excusas, por esa razón si están enfermos, tienen que seguir trabajando con la misma entrega como si estuvieran sanos. Ese es el escenario de la formación de esos recursos humanos”, dijo el presidente del CMD.

La doctora MC comentó que como a los médicos residentes los sancionan por todo y por nada, si ella se quedaba en casa de licencia, perdía la residencia.

Recordó que en una clase cuando era pasante, un residente de cuarto año dibujó un perro defecando, y de las heces salían gusanos, cuando preguntó qué parte del animal eran ellos, ninguno acertó, sin embargo este les dijo que de acuerdo al momento en la formación en que ellos se encontraban, eran los parásitos del estiércol del canino.

Sanción porque sí

La doctora YD (también sus iniciales) señaló que las sanciones son hasta por envidia académica, pues los estudiantes que llegan bien preparados, los de mayor rango los ven como presumido y los humillan con castigos fuertes. “Y siempre los tienen en la mira”, añadió.

Eso le pasó a una compañera, quien en su primer año de especialidad demostró mucha destreza, habilidad y conocimiento, y esto no le gustó a su superior, quien la castigó un año completo, impidiéndole ir a su casa los fines de semana, aunque le tocaran libres. Ella se fue a otro centro de salud a terminar los estudios.

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